«Todo el tiempo me acordaba de la frase de Lenin:
el universo no tiene ningún límite, ni de tiempo ni de espacio».
Alekséi Leónov
Justamente, a más de un siglo, el 28 de julio de 1914 -con la invasión del Imperio Austro Húngaro a Serbia que dio comienzo a un enfrentamiento bélico despiadado, criminal, inhumano, algo que nunca había presenciado la humanidad- originó el fraccionamiento de las diplomacias, intereses generales de los países, suprimiéndose al poder de influencia para las respectivas alianzas, tal cual como sucedió para la II Guerra Mundial, y luego, para la Guerra Fría, en la cual se vio enfrentada Estados Unidos y la URSS, en todos sus aspectos. Y como recordaremos ninguno de los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro, razón por la que se denominó al conflicto «Guerra Fría». Es así entre 1957 y 1975 iniciaron una carrera en la búsqueda de hitos históricos que siempre querían superarse, obtener lo más resaltante posible. Y lo grato de todo esto es que fortalecieron la tecnología. De tal forma, uno de tantos aspectos posibles fue Los Viajes Espaciales.
Y tanto es, pues, el poder de ambos bloques, que hasta existen dos palabras bien definidas diatónicamente, pero que suelen significar lo mismo. Se trata de astronauta y cosmonauta, el primero significa a la persona que tripula una nave espacial o astronave, que está entrenada para efectuar este trabajo. Mientras que «Cosmonauta» es un término proveniente de la palabra rusa «Kosmonavt», que es de igual significado que «Astronauta», sólo que se usa más en territorio ruso, y en las antiguas naciones que conformaron la antigua unión soviética, en tanto que astronauta en América.
Podemos recordar cuando los soviéticos lanzaron, en 1957, el Sputnik, cuál fue el primer artefacto humano capaz de alcanzar el espacio y orbitar el planeta. También, en noviembre de ese mismo año, lanzan el Sputnik II, y dentro de la nave, el primer ser vivo sale al espacio: una perrita Laika (lamentablemente murió a las siete horas de salir de la atmósfera). Y para dejar bien en alto su ágil trabajo tecnológico, a diferencia de U.S.A., llegaron a lanzar en 1961 la nave Vostok 1, tripulada por Yuri Gagarin, el primer ser humano en ir al espacio y regresar sano y salvo.
¿Pero de ahí tenemos que ir al polémico 1969 con la primera persona en poner un pie en la Luna? Pues no, para que suceda eso, al menos, deberíamos saber que hubo alguien quien se fue al espacio y salió de la cápsula para dar la primera caminata espacial, y eso lo realizó un soviético más: Alekséi Leónov.
LA TRIPULACIÓN
Los rusos han usado van proyectos espaciales, entre ellos podemos destacar a Vostok «Este», en la que viajó Yuri Gagarin; luego, la modernizaron por la Vosjod «Amanecer», que fue usada por Alekséi Leónov, y actualmente está la Soyuz «Unión». La Vosjod fue desarrollada por el ingeniero Serguéi Koroliov en la oficina de diseño OKB-1. La nave consistía de un módulo de descenso esférico (diámetro de 2,3 metros), que albergaba a los cosmonautas y los instrumentos, y un módulo cónico de servicio, que contenía el combustible y el sistema del motor.
La Vosjod 2 era una astronave biplaza pilotada, diseñada para realizar una E.V.A. en la cual el copiloto podía salir al exterior a través de un compartimento estanco. La nave en sí constaba de un habitáculo hermético que alojaba a la tripulación, a sus equipos vitales, aparatos de TV, vídeo control de instrumentos, sensores médicos y espaciales, transmisores y un equipo direccional de radio para el descenso y aterrizaje. La Vosjod-2 podían efectuar actividades extravehiculares al estar dotadas de una esclusa inflable para no despresurizar la cápsula. Debido a la tremenda estrechez de la cápsula, las Vosjod contaban con un sistema de aterrizaje suave, en lugar de asientos eyectables.
La cabina tenía tres ventanillas protegidas por un sistema de persianas desde las cuales se podían realizar observaciones visuales, así como fotografiar y realizar filmaciones. El sistema de instrumentos consistía en una cápsula hermética con el motor de frenado y diverso equipo, entre el que figuraba tanques con gas a presión, oxígeno comprimido para los tripulantes y para la ventilación de los trajes, así como los motores de orientación y una reserva de oxígeno para emergencia en caso de despresurización.
Para que Leónov vaya en camino a esa aventura, en realizar un hito histórico, primero hubo un viaje previo por el Cosmos 57, el día 22 de febrero de 1965, como prueba previa para las características añadidas a la posterior nave Vosjod 2, como la esclusa extensible y el sistema de presurización. El Cosmos 57 lanzada sin tripulación, llevaba como carga dos maniquíes, pero lamentablemente se desintegró en órbita, fracasando la misión. Y a pesar de esos daños, y de esa prematura intensión de navegar en el espacio, el riesgo y la valentía de Leónov fue muy motivadora para ir en la siguiente tripulación: Vosjod 2.
EL GRAN MOMENTO
Es así que el 18 de marzo de 1965 fue el primer paseo espacial de la historia. Leónov se convirtió en el primer ser humano en salir al espacio exterior durante 12 minutos. Dentro de la cápsula iba de comandante, Pável Beliáyev, y como piloto, Alekséi Leónov. Él era un piloto físicamente muy entrenado, con mucha destreza y experto en paracaidismo (y también un buen pintor), y había pasado un año y medio en entrenamiento intensivo de ingravidez para la misión. En una semana de duros entrenamientos aprendió a salir de la esclusa con su pesado traje, y con los ojos tapados, en un minuto.
Estuvo fuera de la nave durante 12 minutos y nueve segundos, unido con la nave por una correa de 5,35 metros (según contó el mismo Leónov, se decidió que fuera de cinco metros porque alguien dijo que 15 metros era demasiado, mientras que desde 10 metros no se vería la nave. En fin, se optó por la «redonda» cifra de 5 metros). Al final de la caminata espacial, el traje espacial de Leónov se había inflado en el vacío del espacio hasta el punto en que no podía volver a entrar en la esclusa de aire. Tuvo que abrir una válvula para permitir que la presión del traje descendiera y ser capaz de volver dentro de la cápsula.
La salida al espacio empezó durante la segunda vuelta de la nave alrededor de la Tierra. Desde el cuadro de control, Beliáyev abrió la escotilla a la cámara de la compuerta. Además de un cordón de seguridad, Leónov llevaba una mochila que contenía oxígeno de emergencia.
Leónov salió sin contratiempos por la escotilla despresurizada y abandonó la nave. «Me sentía bien e iba informando de lo que veía», añadió. Sin embargo, a los 10 minutos de paseo descubrió un problema. «La escafandra espacial se estaba comportando de una forma muy diferente a como lo había hecho en la Tierra».
El traje se empezó a hinchar y dificultaba los movimientos tirando de las manos y pies de Leónov. En el momento en el que el cosmonauta se disponía a regresar a la nave las cosas se descontrolaron.
«A pesar de que había un buen ajuste, mis pies se salían de las botas del traje y mis manos de los guantes», recordó. «El trabajo se volvió imposible, traté de agarrar las asas [de la escotilla] pero mis dedos no podían sujetarla porque no se ajustaban a los guantes».
Además, la escafandra se hinchó tanto que ya no cabía por la escotilla. En ese momento Leónov, sin consultar con el control de Tierra, decidió bajar la presión interna del traje en un 200 %. «Pensé que había respirado oxígeno suficiente para evitar que el nitrógeno provocase burbujas en mi sangre [la tristemente célebre narcosis de nitrógeno que sufren los buceadores]», contó.
Además, Leónov desobedeció el procedimiento normal de regreso a la nave entrando primero con los pies. A esto se sumó que su temperatura corporal se incrementó en casi 2ºC durante su actividad extravehicular.
«No puedo... otra vez no me sale… Vuelvo a intentarlo... ¡No puedo!». Cuando Leónov finalmente entró por la escotilla gritó «¡Hurra!» y empezó a maldecir como satisfactoriamente. Permaneció en órbita durante 26 horas.
Pero incluso el exitoso regreso de Leónov no puso fin a las aventuras de la tripulación, ya que el sistema automático de control de descenso falló y Beliáyev tuvo que asumir el control manual de la nave y encender los motores de descenso en el momento preciso, según las indicaciones del Centro de Control de Vuelos. Esto tampoco fue fácil puesto que el control manual era imposible estando los cosmonautas sujetos en los sillones de descenso, a 90º del cuadro de control.
La nave estaba ya en su rotación 18 alrededor de la Tierra. Solo podía descender en la parte norte del país, con riesgo de caer en el océano Glacial Ártico en caso de un error en los cálculos. Fueron puestas sobre aviso todas las unidades militares acuarteladas en esa zona.
Finalmente la nave aterrizó en el taiga, lejos de zonas habitadas y en condiciones invernales. Su descenso lo vieron habitantes locales y lo comunicaron a una vecina unidad militar. Cuatro horas después llegaron los socorristas pero su helicóptero no pudo aterrizar en el bosque. Tan solo se pudo preparar una pista de aterrizaje a 9 kilómetros del paradero de Beliáyev y Leónov. Tras tres días y dos noches pasadas a la intemperie, los cosmonautas llegaron al sitio en esquíes, «escoltados» por unos 20 socorristas y médicos.
La Vosjod-2 fue la última nave pilotada lanzada en la URSS en vida de Serguéi Koroliov. El célebre ingeniero falleció el 15 de enero, nueve meses después de ese vuelo; se detuvo su corazón que no pudo aguantar una operación de un tumor maligno.
Oficialmente, el objetivo principal del proyecto fueron los estudios biomédicos, es decir, el estudio del organismo humano en el espacio, así como las actividades extravehiculares.
LOS RESULTADOS
La llegada del hombre al espacio fue celebrado como un gran triunfo para la humanidad. En Estados Unidos, la ciudadanía recibió la noticia como un duro golpe a la creencia de la superior capacidad tecnológica estadounidense. Como respuesta, el presidente Kennedy anunció, mes y medio después del viaje de Gagarin, que Estados Unidos sería capaz de poner un hombre en la Luna y traerlo sano y salvo antes de acabar la década.
Realmente, creo que hay que ser bien bizarro para ir a un lugar extraño, desconocido, casi solo, como fue el caso de Alexei Leónov, quien aún está vivo, pues ese viaje espacial nos demuestra ese empeño que deberíamos de tener cada uno de nosotros, después de medio siglo, en la cual la tecnología se ha acelerado a una velocidad indiscutible, y sobre todo, porque con ello, con ello nosotros podemos realizar muchas acciones, siempre tomando en cuenta en el bienestar de todos, pues deberíamos salir a buscar ese mundo desconocido, literalmente, a salir de nuestra mundo interno, e ir en busca de tantas maravillas posibles que podemos descubrir en este mundo. De tal forma que nos sirva de respeto y consideración para que nos impulse a arriesgarnos, a coger esas herramientas tecnológicas, acompañado de nuestra curiosa inteligencia y llegar así al éxito; y quien sabe, a ser un hito histórico.
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