19 de agosto de 2014

EL SIGLO DE AUGUSTO ESTÁ PRESENTE DESPUÉS DE DOS MILENIOS.


NOMBRE ORIGINAL: Caius Iulius Caesar Augustus, en español Cayo Julio César Augusto, conocido como César Augusto y más habitualmente como sólo Augusto.

NACIÓ: Roma, 23 de septiembre de 63 a. C.

FALLECIÓ: Nola (Nápoles: Italia), 19 de agosto de 14 d. C.

PADRE: Llamado también Cayo Octavio, fue pretor y gobernador de Macedonia

MADRE: Atia Balba Cesonia, era la sobrina-nieta de Julio César. 




DATO CURIOSO
Fue el primer emperador del Imperio romano. Gobernó entre 27 a. C. y 14 d. C., año de su muerte, convirtiéndose así en el emperador romano con el reinado más prolongado de la Historia. Su mandato fue una época de paz entre los pueblos sometidos por el Imperio romano, conocida como la Paz romana o Pax Augusta (en su honor).

¿Cuál fue el origen de su nombre?

Para responder eso, primero aprenderemos a saber las definiciones de ciertas palabras que eran muy usadas en Roma.

¿Qué es el praenomen?
De los romanos correspondía al nombre de pila en la actualidad, siendo el único nombre en que los padres tenían elección. Por regla general, sólo la familia inmediata llamaba a una persona por su praenomen.

Se trataba de un nombre personal dado a un varón recién nacido, tras purificarlo, y era siempre coincidente con el de alguno de sus antepasados.

¿Qué es el nomen?
El nomen de los romanos es el equivalente a nuestro apellido. Se heredaba de padres a hijos y designaba a todos los descendientes de un antepasado común: Julio, Sergio, Servilio, Tulio, etc.

Por ejemplo:

Cayo Julio César (de la familia de los Julios).

Lucio Cornelio Sila (de la familia de los Cornelios).

Durante la mayor parte de la historia romana, las mujeres no tenían praenomen: a las niñas se les daba su nomen, siempre coincidente con el de su familia (gens). De este modo, las niñas de las gens Iulia (Julia) se llamaban todas Julia, y Cornelia las de las gens Cornelia, incluso con posterioridad a su matrimonio. Únicamente se les podía añadir un cognomen que correspondía a un numeral para distinguir su posición en el nacimiento: Prima, Secunda, Tertia, ..., Minor.

¿Qué es el cognomen?

Los romanos especificaban la rama de la familia (nomen) a la que se pertenecía, o, en algunos casos, era el apodo de un individuo en particular (por ejemplo, "Cicerón", "Nasica", etc); solo lo portaban los hombres, pues las mujeres eran designadas únicamente por el nomen. Al igual que el agnomen, solía designar características físicas - muchas veces con sarcasmo- pero a diferencia del nuestro, se heredaba por vía paterna. Por ejemplo:

Cayo Julio César (César hacía referencia a la cabellera)

Marco Emilio Escauro (Escauro indicaba ojos verdes)

¿Qué es el agnomen?

Era un término (sobrenombre) empleado por los antiguos romanos para distinguir una victoria sobresaliente de algún general. Se sumaba entonces al praenomen, nomen, cognomen, y venía a ocupar un cuarto sitio en el nombre.

Uno de los casos más conocidos es el de Publio Cornelio Escipión Africanus, que recibió su agnomen debido a su exitosa intervención militar y triunfo sobre los cartagineses comandados por Aníbal, durante la Segunda Guerra Púnica. Tal era el grado de honor contenido en el agnomen que muy pocos alcanzaron dicho reconocimiento.

Es así que al nacer recibió el nombre Cayo Octavio Turino, siendo el cognomen «Turino» una probable referencia a la victoria de su padre en Turios sobre una rebelión de esclavos. Debido a la superpoblación de Roma en esa época, Octavio fue llevado a la ciudad natal de su padre, Velletri, para ser criado ahí. No se deja de lado recordar que su bisabuelo paterno se había desempeñado como un tribuno militar en Sicilia, bajo el mando de Lucio Emilio Papo, durante la Segunda Guerra Púnica, mientras que su abuelo sirvió en varios puestos políticos regionales.

Entonces nacido bajo el nombre de Cayo Octavio Turino, fue adoptado por su tío abuelo Julio César en su testamento, en el año 44 a. C. Desde ese instante hasta 27 a. C. pasó a llamarse Cayo Julio César Octaviano. En 27 a. C. el Senado le concedió usar el cognomen de «Augusto», y por consiguiente se convirtió en Cayo Julio César Augusto. A causa de los varios nombres que ostentó, es común llamarlo «Octavio» al referirse a los sucesos acontecidos entre 63 y 44 a. C., «Octaviano» de 44 hasta 27 a. C. y «Augusto» después de 27 a. C.

Ahora bien, recordemos que Roma, históricamente, se extiende desde el 21 de abril 753 a.C. hasta el 476 d.C., 1229 años divididos en tres periodos:

Monarquía: del 753 al 510 a.C. los reyes.

República: del 509 al 29 a.C. los cónsules.

Imperio: del 27 a.C. al 476 d.C.

¿Qué es un triunvirato?

Es una forma de gobierno ejercido por tres personas, normalmente aliadas entre sí. El nombre surgiría en la antigua Roma en el siglo I a. C., en la época de la república, ya que en ciertos tiempos se formarían alianzas para controlar el escenario político pero al dominarlo tres bandos con sus respectivos líderes, quedaría acuñado de esa forma.

En el presente árbol genealógico, le puedes dar click para ampliar la imagen.


63 a.C. Octavio nació en la zona llamada "las Curias Viejas", en una mansión ubicada en el monte Palatino, muy cerca del Foro Romano y del Arco de Tito.

59 a.C. Quedó huérfano de padre, cuando tenía cuatro años de edad. Su madre contraería nuevas nupcias con un exgobernador de Siria, Lucio Marcio Filipo, quien afirmaba ser descendiente de Alejandro Magno y que fue elegido cónsul en 56 a. C. Contrario a lo que pudiera pensarse, Filipo nunca mostró mucho interés en el joven Octavio; debido a lo anterior, Octavio fue criado por su abuela materna Julia César la Menor.

52 o 51 a.C. Julia César la Menor falleció y Octavio fue el encargado de pronunciar el discurso fúnebre de su abuela. A partir de ese momento su madre y su padrastro asumieron un rol más activo en su educación.

Se sabe que Filipo lo educó con una disciplina férrea en los años venideros.

48 a.C. El joven fue investido con la toga viril, un año antes que la edad establecida para los demás jóvenes romanos, aspecto que demuestra su madurez prematura.

El biógrafo Suetonio decía de él que «Poseía una rara belleza (...) Tenía unos ojos vivos y brillantes (...) Tenía dientes pequeños, blancos y desiguales, el cabello ligeramente rizado y algo rubio; las cejas juntas, las orejas medianas, la nariz aguileña y puntiaguda, la tez entre morena y blanca, corta estatura (...).»


47 a.C. Resultó electo al Colegio de Pontífices

46 a.C. Fue puesto a cargo de los juegos griegos que se realizaron en honor al Templo de Venus Genetrix, construido por Julio César. De acuerdo a Nicolás de Damasco, Octavio deseaba unirse a las tropas de César para su campaña en África, pero excluyó lo anterior una vez que su madre se opusiera. Atia le dio permiso de unirse a César en Hispania, pero Octavio cayó enfermo y no pudo viajar.

Una vez recuperado, navegó hacia el frente pero naufragó; tras llegar a la costa con algunos de sus compañeros, cruzó territorio hostil antes de llegar al campamento de César, algo que impresionó de manera considerable a su tío abuelo. El historiador Marco Veleyo Patérculo reportó que, después de eso, César permitió que el joven compartiera su carroza. Al regresar a Roma, César depositó discretamente un nuevo testamento con las vestales, nombrando a Octavio como el principal beneficiario.

EL TESTAMENTO DE JULIO CÉSAR

44 a.C. Para cuando Julio César fue asesinado el 15 de marzo. Octavio se hallaba estudiando y formando parte de un entrenamiento militar en Apolonia de Iliria, (en el emplazamento de la ciudad moderna de Pojan). Tras refutar el consejo de algunos oficiales del ejército de que tomara refugio con las tropas en Macedonia, el joven navegó a Italia para averiguar si tenía algunas potenciales fortunas políticas. Al llegar a Lupiae, cerca de Brindisi, se enteró del contenido del testamento de César, y sólo entonces decidió luchar por convertirse en el heredero político de su tío abuelo, así como beneficiario de las dos terceras partes de su patrimonio.

Por otro lado, al no tener ningún hijo legítimo, César adoptó a Octavio como su hijo y principal heredero. En algún momento, Marco Antonio dijo que Octaviano había sido adoptado por César a través de favores sexuales, aunque Suetonio mencionó que la acusación de Antonio consistía verdaderamente en una calumnia política. 


44 a.C. Octaviano llevó a cabo otra acción audaz cuando, sin poseer permiso oficial, se apropió del tributo anual que había sido enviado de la provincia del oriente próximo de Roma a Italia.

Con el paso del tiempo, Octaviano empezó a reforzar sus tropas con los legionarios veteranos de César y los cuerpos militares diseñados para la guerra contra los partos, obteniendo un mayor apoyo al enfatizar su estatus como heredero de César. En su marcha a Roma a través de Italia, la presencia de Octaviano y sus nuevos fondos adquiridos atrajeron a muchos exveteranos de César en Campania.

44 a.C. En junio, había reunido un ejército de 3.000 veteranos leales, cada uno con un salario de 500 denarios.

44 a.C. El 6 de mayo al llegar a Roma, Octaviano encontró al cónsul Marco Antonio, excolega de César, en una frágil tregua con los asesinos del dictador; a estos se les había concedido una amnistía general el 17 de marzo, aunque Antonio había logrado expulsar a la mayoría de ellos de Roma. Esto último se debía al elogio «enardecedor» que dio en el funeral de César, dirigiendo la opinión pública en contra de los asesinos. Aunque Antonio estaba acumulando apoyo político, Octaviano todavía tenía la oportunidad de rivalizar con él para ser el dirigente de la facción que apoyaba a César. Además, Antonio había perdido el apoyo de muchos romanos y partidarios de César cuando se opuso, en primera instancia, a la moción hecha para elevar a César a un estatus divino. Octaviano no tuvo éxito al intentar persuadir a Antonio de que renunciara al dinero de César para que se lo entregara a él; sin embargo obtuvo, durante el verano, el apoyo de los simpatizantes de César, quienes veían al joven heredero como el mal menor y esperaban ya fuera manipularlo, o servirse de él en sus esfuerzos para deshacerse de Antonio.

44 a.C. En septiembre, el orador Marco Tulio Cicerón comenzó a atacar a Antonio en una serie de discursos en los que denunciaba que representaba la mayor amenaza para el orden del Senado. Con la opinión de los romanos cada vez más en su contra y sabiendo que su año de poder consular llegaba pronto a su fin, Antonio intentó aprobar una serie de leyes que le otorgarían finalmente el control sobre Galia Cisalpina, territorio de Décimo Junio Bruto Albino, uno de los asesinos de César. Mientras tanto, Octaviano reclutó un ejército privado en Italia al incorporar a los veteranos de César.

44 a. C. El 28 de noviembre obtuvo la lealtad de dos de las legiones de Antonio gracias a su oferta de recompensas de carácter económico. A la vista de la fuerza militar de Octaviano, Antonio percibió el peligro que suponía para él permanecer en Roma y, para el alivio del Senado, partió hacia la Galia Cisalpina, que le debía ser entregada para su gobierno a partir del 1 de enero.

EL INICIO DE LOS CONFLICTOS CON ANTONIO

43 a. C. El 1 de enero, el Senado nombró a Octaviano senador y asimismo le otorgó el poder de votar junto con los cónsules. Aun cuando el Senado le brindó su apoyo, su verdadero objetivo era debilitar las apariencias partidarias de César y ayudar a Bruto, quien se hallaba asediado por Antonio. Así, Octaviano recibió el imperium propretoriano, lo cual hizo que su situación al mando de un ejército fuera legal —a diferencia del poder ejercido por Antonio— y así podría ir a socorrer el bloqueo, junto con los cónsules Hircio y Pansa.

43 a.C. En abril, las fuerzas de Antonio fueron vencidas en las batallas de Forum Gallorum y Mutina, forzando a Antonio a retirarse de Galia Narbonense. No obstante, ambos cónsules murieron durante los enfrentamientos, lo que dejó a Octaviano como el único comandante en jefe de sus ejércitos.

El senado, después de entregar un mayor número de condecoraciones a Décimo Bruto que a Octaviano por haber derrotado a Antonio, intentó darle el dominio de las legiones consulares a Décimo Bruto, pero Octaviano decidió no cooperar. Por el contrario, Octaviano permaneció en la llanura padana y rehusó ayudar en las futuras ofensivas en contra de Antonio.

43 a.C. En julio, una embajada de centuriones enviada por Octaviano llegó a Roma para exigir que se entregara a Octaviano el consulado que había quedado vacante tras las muertes de Hircio y de Pansa. Asimismo, exigió que, por un lado, el decreto que declaraba a Antonio como enemigo público fuera anulado y, por el otro, que se disolviera la amnistía dada a los conspiradores responsables de la muerte de César. Cuando recibió la negativa del senado, Octaviano marchó sobre la ciudad de Roma al mando de ocho legiones. No se encontró con ninguna oposición militar en Roma.

43 a.C. El 19 de agosto fue elegido cónsul junto con su familiar Quinto Pedio. Mientras tanto, Antonio formaba una alianza con Lépido, otro líder cesariano.

Segundo triunvirato

Antonio aún contaba con un considerable apoyo entre las tropas romanas, llegando a reagrupar sus fuerzas en la Galia, donde llegó a reunir hasta 17 legiones. No obstante, tanto Lépido como Octaviano sabían que, de seguir enfrentándose entre ellos, los partidarios cesarianos se reducirían de manera significativa, lo cual daría ventaja a los asesinos de César ya que no se verían en la necesidad de usar sus fuerzas.


43 a.C. En octubre, Lépido planteó la necesidad de una alianza entre ellos; en un encuentro realizado cerca de Bolonia, Octaviano, Antonio y Lépido formaron una dictadura militar conocida como el Segundo Triunvirato, cuyo objetivo primordial era el restablecimiento de la autoridad estatal. El acuerdo entre los triunviros cristalizaría en una ley aprobada por la Asamblea Popular, en virtud de la cual los triunviros obtenían poderes especiales por una duración de cinco años. A través del cual controlaban las elecciones y decisiones de las distintas instituciones de la República.

Batalla de Filipos y división territorial

42 a.C. El 1 de enero el Senado reconoció de manera póstuma a Julio César como una divinidad del estado romano: Divus Iulius. Para apoyar su causa, Octaviano hizo hincapié en el hecho de que, en consecuencia, él, como hijo adoptivo de César, era ahora Divi filius («Hijo del Dios»). Tras esto, Antonio y Octaviano enviaron por mar a 28 legiones para enfrentarse a los ejércitos de Bruto y Casio, que habían instalado su base de poder en Grecia. Tras dos enfrentamientos en Filipos, Macedonia, en octubre de ese mismo año, el ejército cesariano logró la victoria y tanto Bruto como Casio se suicidaron.

De acuerdo a Suetonio, Octaviano «no mostró moderación en la victoria, enviando a Roma la cabeza de Bruto, para que la arrojaran a los pies de la estatua de César, aumentando así con sangrientos ultrajes los castigos que impuso a los prisioneros más ilustres». Por otra parte, Marco Antonio usaría luego los ejemplos de dichas batallas para menospreciar a Octaviano, puesto que las dos contiendas habían sido ganadas de forma decisiva con el uso de las tropas de Antonio. Además de exigir el reconocimiento por las victorias, Antonio calificó a Octaviano como un cobarde por haberle entregado el control militar directo de sus legiones a Marco Vipsanio Agripa.

En cualquier caso, tras la batalla de Filipos los triunviros llegaron a un nuevo acuerdo territorial para el reparto de poder: mientras que Antonio dejaba la Galia, las provincias de Hispania e Italia en manos de Octaviano, recibía el control de la parte oriental del imperio. Antonio viajó a Egipto, en dónde se alió con la reina Cleopatra VII, la examante de Julio César y madre del hijo natural de César, Cesarión. Sintiéndose frustrado por la decisión tomada por Antonio, quien le había cedido Hispania a Octaviano, Lépido se quedó solamente con la provincia de África.

LA DECISIÓN DE OCTAVIO

Octaviano tuvo que decidir en qué lugares de Italia habría de asentar a las decenas de miles de veteranos de la campaña de Macedonia, algo que los triunviros se comprometieron a cumplir desde un inicio. Además, las decenas de miles que habían peleado del lado republicano con Bruto y Casio, que fácilmente podrían aliarse con un oponente político de Octaviano en caso de que no se les contentase, requerían igualmente un lugar para establecerse. Ya no había más terreno público controlado por el gobierno para destinarlo como asentamiento para sus soldados, por lo que Octaviano debía elegir una entre dos opciones: enfrentarse a muchos ciudadanos romanos mediante la confiscación de sus tierras o enfrentarse a muchos soldados romanos, que a su vez podrían provocar una gran oposición en su contra en el corazón de Roma. Finalmente, Octaviano eligió la primera opción. En total, hubo hasta 18 ciudades romanas afectadas por los nuevos asentamientos, inclusive poblaciones enteras que fueron expulsadas o, al menos, desalojadas parcialmente de sus tierras.

Rebelión y alianzas matrimoniales

La insatisfacción generalizada con Octavio por los asentamientos de sus soldados incitó a muchos a que se concentraran de lado de Lucio Antonio, hermano de Marco Antonio, que contaba con el apoyo de una mayoría considerable en el Senado. Mientras tanto, Octaviano pidió el divorcio de Clodia Pulcra, reclamando que el matrimonio nunca se había llegado a consumar; como resultado, decidió devolverla con su madre, la esposa de Antonio. Fulvia, insultada, decidió responder: junto con Lucio Antonio, formó un ejército en Italia para aliarse a las fuerzas de Antonio en contra de Octaviano. Sin embargo, la apuesta política de Lucio y Fulvia al oponerse a Octaviano era muy arriesgada, ya que el ejército romano todavía dependía de los triunviros para obtener sus salarios. 

DATO CURIOSO
Por el 2011 llegó a España “Second Love” una red social para infieles bajo el slogan “la vida es corta; regálate un Second Love“. Para justificar esta red, que según ellos no fomenta la infidelidad, se fijan en las estadísticas: el 34% de los hombres y el 25% de las mujeres casadas confiesan haber vivido, al menos, una aventura extraconyugal. Si ellos lo dicen…



Después de leer esta noticia, se puede relacionar con Julia la Mayor, hija del emperador Augusto. Tras el fallecimiento de su primer marido, su padre, en agradecimiento a las batallas ganadas, la desposó con el general Marco Vipsanio Agripa (24 años mayor que ella). A pesar de las innumerables infidelidades de Julia, todavía tuvo tiempo para tener 5 hijos con el general… todos parecidos a su marido:

Cayo Julio César Vipsanio, Julia la Menor, Lucio Julio César Vipsanio, Agripina la Mayor y Marco Vipsanio Agripa Póstumo.




Una amiga, conocedora de los devaneos de la hija del emperador, le preguntó cómo era posible que ninguno de sus hijos fuese de alguno de sus amantes, Julia contestó:


Nunca acepto pasajeros hasta que la bodega de carga está llena.




40 a.C. Lucio y sus aliados terminaron siendo sitiados en Perusia (actual Perugia), en donde Octaviano los obligó a rendirse. Lucio y su ejército fueron perdonados gracias a su parentesco con Antonio, cuya influencia era predominante en Oriente, mientras que Fulvia fue exiliada a Sición.

40 a.C. El 15 de marzo Octaviano se mostró despiadado con los aliados políticos de Lucio; es así que en el aniversario del asesinato de Julio César, mandó ejecutar a 300 senadores romanos y équites acusados de haberse aliado con Lucio. Asimismo, Perusia fue saqueada e incendiada como advertencia a los demás. Este evento sangriento manchó de alguna forma el legado de Octaviano, llegando a ser criticado por muchos, entre ellos el poeta augusto Propercio.

Por otro lado Sexto Pompeyo, hijo del extriunviro Cneo Pompeyo Magno, se había convertido en un general renegado desde la victoria de César sobre su padre y sobre el bando republicano.

39 a.C. Finalmente se había establecido en Sicilia y Cerdeña como parte de un acuerdo alcanzado con el Segundo Triunvirato. Tanto Antonio como Octaviano competían por consolidar una alianza con él, quien irónicamente era miembro del partido republicano, y opositor a la facción cesariana. Octaviano consiguió una alianza temporal con él cuando se casó con Escribonia. Ella concibió la única hija natural de Octaviano, Julia la Mayor, quien nació el mismo día que Octaviano pidió su divorcio para casarse con Livia Drusilla, poco menos de un año después de haberse casado con Escribonia.

Mientras tanto, en Egipto, Antonio comenzó una relación amorosa con Cleopatra, concibiendo con ella tres hijos (Alejandro Helios, Cleopatra Selene II y Ptolomeo Filadelfo).

40 a.C. Consciente de su relación cada vez más deteriorada con Octaviano, Antonio dejó a Cleopatra y, navegó a Italia con una gran fuerza para enfrentarse a Octaviano, logrando poner asedio sobre la ciudad de Brindisi. Sin embargo, este nuevo conflicto demostró ser insostenible tanto para Octaviano como para Antonio; sus centuriones, que se habían convertido en figuras políticamente importantes, se negaron a luchar debido a su causa cesariana, y las legiones bajo su comando siguieron su ejemplo. Mientras tanto, en Sición, la esposa de Antonio falleció de una repentina enfermedad justo cuando Antonio estaba en camino para encontrarse con ella. Los dos acontecimientos, es decir, la muerte de Fulvia y el motín de los centuriones, permitieron que los triunviros lograran una reconciliación.

40 a.C. En otoño, Octaviano y Antonio aprobaron el Tratado de Brindisi por el cual Lépido seguiría en África, Antonio en Oriente y Octaviano en Occidente. La península italiana quedó accesible a todos ellos para el reclutamiento de los soldados aunque, en realidad, esta disposición resultaba inútil para Antonio desde Oriente. Con el fin de consolidar aún más su alianza con Antonio, Octaviano le ofreció a su hermana, Octavia la Menor, en matrimonio a finales de ese año. Durante su matrimonio, Octavia procreó dos hijas (conocidas como Antonia la Mayor y Antonia la Menor).

Guerra con Sexto Pompeyo

En Italia, Sexto Pompeyo amenazó a Octaviano con rechazar los envíos de grano a la península por medio del Mediterráneo; el propio hijo de Pompeyo había sido puesto a cargo como comandante naval con el objetivo de provocar una hambruna generalizada en Italia. El control de Pompeyo sobre el mar lo llevó a adoptar el nombre Neptuni filius («hijo de Neptuno»).

39 a.C. Se llevó a cabo un acuerdo de paz temporal con él mediante el tratado de Miseno; el bloqueo de Italia fue levantado una vez que Octaviano le concedió a Pompeyo los territorios de Cerdeña, Córcega, Sicilia y el Peloponeso, asegurándole también una posición futura como cónsul para 35 a. C.

38 a.C. El 17 de enero, el acuerdo territorial entre los triunviros y Sexto Pompeyo comenzó a desmoronarse cuando Octaviano se divorció de Escribonia y contrajo matrimonio con Livia. Asimismo, uno de los comandantes navales de Pompeyo lo traicionó y devolvió el control de Córcega y Cerdeña a Octaviano. Para atacar a Pompeyo, Octaviano necesitaba apoyo adicional de Antonio, por lo que decidió establecer un nuevo acuerdo con tal de extender la duración del Segundo Triunvirato por otros cinco años más, a partir de 37 a. C. Si bien Antonio accedió a apoyarlo contra Pompeyo. En un encuentro celebrado en Tarento, Antonio le concedió 120 barcos a Octaviano para que fueran usados contra Pompeyo, mientras que Octaviano le envió 20.000 soldados que Antonio usaría contra los partos. Sin embargo, Octaviano envió sólo una décima parte de su propuesta original, lo cual fue visto por Antonio como una provocación intencional de su parte.

36 a.C. Octaviano y Lépido lanzaron una operación conjunta contra Pompeyo en Sicilia. A pesar de los primeros reveses que tuvo Octaviano, su general Agripa logró destruir casi por completo a la flota de Pompeyo el 3 de septiembre, en la batalla de Naulochus. Sexto huyó al Oriente con lo que quedaba de sus tropas, pero al año siguiente sería capturado y ejecutado en la comuna de Mileto por uno de los generales de Antonio. Tanto Lépido como Octaviano reagruparon las tropas vencidas de Pompeyo, sin embargo Lépido se sintió con la autoridad suficiente como para reclamar el territorio de Sicilia para él, ordenando a Octaviano que abandonara el lugar. No obstante, las tropas de Lépido desertaron de su bando y se pasaron al bando de Octaviano, hartas de tanto enfrentamiento y tentados por las promesas de recompensas monetarias de Octaviano. Finalmente, Lépido se rindió ante Octaviano y, aunque se le permitió retener el cargo de pontifex maximus, fue expulsado del Triunvirato, finiquitando su carrera pública y exiliándolo a la villa romana de Cabo Circei, en Italia.

El gobierno del territorio romano pasó entonces a estar dividido entre Octaviano, en Occidente, y Antonio, en Oriente. Para mantener la paz y estabilidad en su porción del Imperio, Octaviano les garantizó a los ciudadanos de Roma sus derechos de propiedad. Esta vez estableció a sus soldados retirados fuera de Italia, devolviendo a 30.000 esclavos que previamente habían huido para unirse al ejército y a la armada de Pompeyo a sus antiguos amos. Para asegurar su propia seguridad, así como la de Livia y la de Octavia una vez que regresaran a Roma, Octaviano hizo que el Senado le otorgase la inmunidad soberana del tribuno tanto para él como para su esposa y su hermana.

Guerra contra Antonio

Para entonces Roma se encontraba dividida entre Oriente y Occidente; en el primero, Marco Antonio se ocupaba de la reorganización de Egipto mientras que, en Occidente, Octaviano estaba enfocado en apoyar las actividades agrícolas e integrar al mismo tiempo las provincias romanas en esta región. La campaña de Antonio contra los partos terminó en desastre, empañando su imagen de líder; los 2.000 legionarios enviados por Octaviano apenas resultaron ser suficientes para recuperar la fuerza militar en la región. Por otra parte, Cleopatra tenía capacidad para restaurar su ejército íntegramente, y puesto que Antonio ya estaba comprometido sentimentalmente con ella, decidió enviar a Octavia de vuelta a Roma. En primera instancia, Octaviano usó esta acción de Antonio como recurso propagandístico en contra de Antonio, manifestando que el general se estaba volviendo cada vez menos romano, sirviendo como muestra el hecho de haber rechazado a una esposa legitima romana por una «pareja íntima de Oriente».

36 a.C. Octaviano utilizó también una táctica política para parecer menos autócrata y convertir a Antonio en el principal villano al proclamar que las guerras civiles estaban llegando a su fin, y que él dejaría su cargo como triunviro si Antonio hacía lo mismo; este último denegó la propuesta.

34 a.C. Después la conquista de Armenia por parte de las tropas romanas, Antonio designó a su hijo Alejandro Helios como el gobernante de ese territorio. También otorgó el título de «Reina de los Reyes» a Cleopatra. Octaviano utilizó ambos actos para convencer al Senado de que Antonio tenía ambiciones para disminuir la preeminencia de Roma en la región.

33 a.C. El 1 de enero, cuando Octaviano volvió a asumir la magistratura del consulado abrió la primera sesión del Senado con un vehemente ataque contra las concesiones de títulos y territorios ofrecidas por Antonio a sus familiares y su reina.

32 a.C. En otoño, diversos cónsules y senadores se precipitaron a defender a Antonio al mirar con incredulidad la propaganda (que terminó siendo cierta), aunque también hubo políticos que traicionaron del bando antoniano para empezar a apoyar a Octaviano.

Entre esos desertores, Lucio Munacio Planco y Marco Ticio dieron a Octaviano la información que necesitaba para reafirmar ante el Senado todas las acusaciones que había hecho en contra de Antonio. Al asaltar el santuario de las vestales, siendo nombrado «Dux» por el Senado, Octaviano obligó a sus sacerdotisas que le entregaran el testamento secreto de Antonio, por el cual le regalaba a sus hijos los territorios bajo dominio de Roma para que éstos los gobernaran como reinos, además de incluir sus planes de construir una tumba en Alejandría para su reina y él, donde ambos serían enterrados tras sus muertes. Casi al instante, el documento fue leído íntegramente ante la plebe. Como resultado de lo anterior, a finales de ese año el Senado revocó de manera oficial los poderes de Antonio como cónsul y declaró la guerra al régimen de Cleopatra en Egipto.

31 a.C. A principios de año, mientras Antonio y Cleopatra se hallaban estacionados temporalmente en Grecia. Mientras que Agripa se ocupaba de bloquear las rutas marítimas usadas para las líneas de suministro por Cleopatra y Antonio, Octaviano desembarcó justo enfrente de la isla de Corcira (actual Corfú), y marchó hacia el sur. Atrapados tanto por mar como por tierra, empezaron a surgir desertores del ejército de Antonio que se unían día a día a las tropas de Octaviano, mientras que las fuerzas de Octaviano se encontraban lo suficientemente confortables como para preparar con calma el enfrentamiento.

En un intento desesperado por liberar el bloqueo naval, las flotas de Antonio navegaron a través de la bahía de Accio, en la costa occidental de Grecia. Fue en ese lugar donde las fuerzas de Antonio, cuya flota era dirigida por Cayo Sosio en su ala izquierda y por Lucio Gelio Publícola en la derecha, se enfrentaron a las flotas de Octaviano, comandadas por Agripa, —las cuales a pesar de estar formadas por naves más pequeñas, eran más numerosas que las de Antonio— en la batalla de Accio el 2 de septiembre de 31 a. C. Antonio y sus fuerzas restantes sólo lograron salvarse gracias a la intervención de la flota de Cleopatra, que había permanecido cerca de ahí como último recurso en caso de una derrota.

30 a.C. El 1 de agosto, Octaviano no desistió en su persecución, y tras otra victoria en Alejandría, Antonio y Cleopatra se suicidaron; Antonio cayó sobre su propia espada entre los brazos de Cleopatra, mientras que ella se dejó picar por una serpiente venenosa. Habiendo aprovechado su posición como heredero de César en pro de su trayectoria política, Octaviano era muy consciente de los riesgos que supondría permitir que otro tuviera la oportunidad de compartir el mismo camino así que, según fuentes, tras comentar que «dos Césares eran demasiados», ordenó que Cesarión —hijo natural de Julio César y Cleopatra— fuera asesinado «sin remordimiento alguno», dejando solamente con vida a los hijos de Antonio y Cleopatra, con la excepción de Marco Antonio Antilo, hijo mayor de Antonio y Fulvia.

Cabe señalarse que aunque previamente Octaviano mostró poca misericordia hacia los combatientes militares, actuando asimismo en formas que lo habían vuelto impopular con la sociedad romana, fue reconocido por la plebe por perdonar a muchos de sus oponentes tras la batalla de Accio. Asimismo, para celebrar la victoria en Accio, fundó cerca de ahí Nicópolis.

Octaviano se convierte en Augusto

Tras la batalla de Accio y la derrota de Antonio y Cleopatra, Octaviano se hallaba en condiciones de gobernar por sí solo la República íntegra en virtud de un principado no oficial. Sin embargo, para alcanzar este objetivo antes tendría que recurrir a diversas formas de incrementar su poder formal, manipulando al Senado y al pueblo. Debía aparentar que apoyaba y respetaba las tradiciones republicanas de Roma con tal de evidenciar que su objetivo no era aspirar una dictadura o monarquía. Al marchar a Roma, Octaviano y Agripa fueron elegidos cónsules por el Senado. Aun cuando las guerras civiles habían dejado a Roma en un estado próximo a la anarquía, la República no estaba preparada para aceptar el mando de un déspota en la figura de Octaviano.

27 a. C. Octaviano devolvió oficialmente el poder al Senado romano, renunciando al control de las provincias romanas y sus ejércitos. Sin embargo, en virtud del consulado de Octaviano, el Senado contó con una jurisdicción limitada al momento de presentar proyectos de ley para su debate senatorial. Aunque Octaviano ya no dirigía el control de las provincias y ejércitos, retuvo la lealtad de los soldados en servicio activo así como de los veteranos.

La suma de su poder se derivó en primer lugar de todos los diversos poderes oficiales que le fueron delegados por el Senado y el pueblo, en segundo lugar de su vasta fortuna privada y por último de las numerosas relaciones patrón-cliente que estableció con individuos y grupos a través de todo el Imperio.

27 a.C. En enero, el Senado otorgó a Octaviano, de manera inédita, los recién creados títulos de «Augusto» y «Princeps». Tras los duros métodos que empleó para consolidar su dominio, el cambio en el nombre, sugerido por Lucio Munacio Planco, serviría además para desmarcar su reinado benigno como Augusto, de su reinado de terror como Octaviano.

De igual forma, su nuevo título le favorecía más que el de «Romulus», que previamente él había concebido en referencia a la historia de los fundadores de Roma, algo que hubiera simbolizado una segunda fundación de Roma. No obstante, el título de Romulus estaba asociado fuertemente con nociones de monarquía y realeza, una imagen que Octaviano intentaba evitar a toda costa.

Por otra parte, Princeps, proveniente de la frase en latín primum caput («el primero»), originalmente estaba vinculado al senador más viejo o notable y cuyo nombre aparecía en primer lugar en la lista senatorial principal; en el caso de Augusto, se convertiría casi en un título real adoptado por un líder que poseía el dominio completo. Princeps también se usó como un título republicano concedido a todos aquellos que habían servido bien al estado; por ejemplo, Cneo Pompeyo había ostentado el título. Además, Augusto se proclamó asimismo como Imperator Caesar divi filius, «Comandante César, hijo del deificado». Con este título no solamente se jactaba de su parentesco con el divo Julio César, sino que el uso de Imperator establecía un vínculo permanente a la tradición romana de la victoria. El término Caesar sólo era un cognomen para una rama de la familia julia, aunque ciertamente Augusto trasladó su significado a una nueva línea familiar que habría de comenzar con él.

EL NUEVO AUGUSTO

A Augusto se le otorgó también el derecho de colgar la corona cívica de roble encima de su puerta y de colocar laureles a manera de cubiertas para sus vigas. Esta corona usualmente se usaba sobre la cabeza de un general romano durante un triunfo, mientras que el individuo que mantenía la corona encima de la cabeza del general repetía continuamente la frase memento mori, o, «Recuerda que eres mortal», al general victorioso. Adicionalmente, las hojas de laurel tenían una especial importancia en varias ceremonias del estado, y las coronas de laurel eran concedidas a los campeones de atletismo, carreras y pruebas dramáticas. Así, tanto el laurel como el roble eran símbolos provenientes en su totalidad de la religión y la política romana; situarlos en las vigas de Augusto equivaldría a declarar su casa como la capital de Roma. Sin embargo, Augusto rehusó símbolos de poder tales como el uso de un cetro, una joya, e inclusive la corona dorada y la toga púrpura usadas por su predecesor Julio César. Si bien rechazaba simbolizar su poder mediante el uso de dichos objetos en su persona, el Senado le otorgó en cualquier caso el reconocimiento de un escudo dorado expuesto en la sala de reuniones de la Curia, con la leyenda virtus, pietas, clementia, iustitia —«valor, piedad, clemencia y justicia»—. 


23 a.C. Se produjo una crisis política que involucraba al colega consular de Augusto, Aulo Terencio Varrón Murena, que formó parte de una conspiración contra de Augusto. Los detalles exactos de la confabulación se desconocen, pero de hecho Murena no cumplió el mandato completo como cónsul y Calpurnio Pisón fue elegido para reemplazarlo. Pisón era un miembro bien conocido de la facción republicana, y el hecho de que sirviera como colega consular de Augusto era otro movimiento político para que este último pudiera evidenciar su voluntad para realizar concesiones, así como para cooperar con todos los partidos políticos. 

A finales del período primaveral de ese año, Augusto sufrió una severa enfermedad y, en su supuesto lecho de muerte, hizo acuerdos que pondrían en duda las sospechas de los senadores acerca de su antirrepublicanismo. Augusto se preparó para traspasar su anillo de sello al general Agripa. Sin embargo, le entregó a su compañero consular Pisón todos los documentos oficiales, una cuenta de finanzas públicas y la autoridad sobre las tropas acantonadas en las provincias, por lo que el supuestamente favorecido sobrino de Augusto, Marco Claudio Marcelo, se quedó sin herencia alguna.

Poco después de recuperarse de su enfermedad, gracias a la receta de un médico griego, Augusto renunció a su permanente nombramiento anual como cónsul. En el futuro, Augusto sólo volvería a ocupar el consulado en dos ocasiones restantes, en los años 5 y 2 a. C. Aunque renunció al consulado, Augusto retuvo su imperiumconsular, lo cual llevó a un segundo acuerdo con el Senado, en lo que se conoce como el «segundo pacto». Se trataba de una hábil estratagema política planeada por Augusto; al no ocupar él mismo uno de los dos cargos de cónsul, los senadores tendrían el doble de posibilidades para aspirar a ocupar esa posición, mientras que al mismo tiempo Augusto podía «hacer un ejercicio de patronazgo más amplio entre la clase senatorial».

Además de la tribunicia potestas, Augusto obtuvo el imperium exclusivo sobre la ciudad de Roma: todas las fuerzas armadas en la ciudad, anteriormente bajo el control de los prefectos y cónsules, ahora estaban bajo el mando único de Augusto. Con maius imperium proconsulare, Augusto era el único individuo capaz de recibir un triunfo romano, pues era el general al mando de todas las legiones romanas. 

22 a.C. Hubo una escasez de alimentos en Roma que provocó el pánico, por lo que varias plebes urbanas le pidieron a Augusto que asumiera poderes dictatoriales para que éste se hiciera cargo de la crisis. Tras una exhibición teatral de rechazo ante el Senado, Augusto finalmente aceptó el control sobre el suministro de grano a Roma, «en virtud de su imperium proconsular», y terminó de manera casi inmediata con la crisis alimenticia.

20 a.C. A grandes rasgos, el público era consciente de los vastos recursos financieros que controlaba Octaviano. Por ejemplo, en un momento en el que no consiguió alentar a suficientes senadores para que financiaran la construcción y mantenimiento de las calzadas romanas de Italia, él mismo se hizo cargo directamente de esa responsabilidad. Esta labor se dio públicamente a conocer a través de las monedas romanas emitidas en 16 a. C.

19 a.C. Lucio Cornelio Balbo el Menor, gobernador de África y conquistador de los Garamantes, se convirtió en el primer hombre de origen provincial en recibir este reconocimiento, así como en el último. Para cada posterior victoria romana, el crédito era solamente de Augusto, debido al hecho de que los ejércitos romanos eran comandados por los legatus, quienes eran a su vez los mandatarios del princeps en las provincias. El hijo mayor de Augusto y Livia, Tiberio, fue la única excepción a esta regla, al habérsele otorgado un triunfo por las victorias en Germania Magna en 7 a. C.
 
19 a.C. El Senado votó para permitir que Augusto vistiera la insignia de cónsul ante el público y el Senado, además de brindarle una autorización para sentarse en la silla simbólica situada entre los dos cónsules y sostener las fasces, un emblema de autoridad consular. Al igual que su autoridad como tribuno, la concesión de poderes consulares fue otro ejemplo de otorgamiento de los poderes de un cargo que realmente no ocupaba. Esto parece haber tranquilizado a la población; independientemente de si Augusto fuera o no un cónsul, lo importante era que lo pareciese frente a la gente.

13 a.C. Para garantizar que su estatus de maius imperium proconsulare fuera renovado, Augusto permaneció en Roma durante el proceso y proporcionó abundantes donaciones a los veteranos para obtener su apoyo. 

Sin embargo, parece que gran parte de las sutilezas políticas del segundo acuerdo no llegaron a ser comprendidas por la clase plebeya. Después de que Augusto no se presentase a las elecciones como cónsul en 22 a. C., surgieron los temores de que Augusto estuviera siendo expulsado del poder por el Senado aristocrático. En 22, 21 y 19 a. C., se produjeron revueltas populares en respuesta, y el pueblo solamente permitió que un solo cónsul fuera elegido para cada uno de esos años, con el fin evidente de dejar abierto el cargo para que lo ocupara Augusto.

12 a.C. El 6 de marzo, tras la muerte de Lépido, Augusto asumió adicionalmente la posición de pontifex maximus, el más alto sacerdote del colegio de los Pontífices, así como el cargo más importante en la religión romana. Esto no solamente reforzó su prestigio político, sino que al mismo tiempo fortaleció el simbolismo del culto imperial, al otorgar mayor prominencia a la religión romana sobre los cultos orientales. 

2 a.C. El 5 de febrero, Augusto obtuvo el título pater patriae («padre de la patria»).
Los emperadores romanos posteriores se verían generalmente limitados a los poderes y títulos concedidos originalmente a Augusto, aunque a menudo, para mostrar humildad, los emperadores recién nombrados normalmente declinaban uno o más de los títulos honoríficos dados a Augusto. Con la misma frecuencia, mientras su reinado avanzaba, los emperadores se apropiarían de todos los títulos, independientemente de si éstos les eran otorgados por o no el Senado. La corona cívica -que posteriores emperadores llevarían físicamente puesta-, así como la insignia consular y el tejido color púrpura que portaba un general triunfante (toga picta) pasaron a convertirse en insignias imperiales hasta bien entrada la era bizantina.

8 d.C. Una crisis alimenticia de esta magnitud hizo que Augusto estableciera un praefectus annonae, es decir, un prefecto permanente que estaba a cargo de adquirir los suministros de alimentos para Roma. 

13 d.C. Augusto se jactaba de haber sido proclamado imperator por sus tropas hasta en 21 ocasiones, todas ellas tras una batalla victoriosa. La mayor parte del capítulo cuatro en sus memorias publicadas, conocidas como Res Gestae, está dedicada a sus victorias y honores militares. Para complacer a los patriotas romanos, Augusto promovió el ideal de una civilización romana superior con la tarea de gobernar el mundo (refiriéndose al mundo conocido por los romanos), consagrado en la frase tu regere imperio populos, Romane, memento —«¡Romano, recuerda que tienes fuerza para gobernar a los pueblos de la Tierra!»—. Esto encajó bien con la élite romana y la opinión pública en general, lo cual favoreció el proceso de expansionismo, reflejado en un enunciado pronunciado por el famoso poeta romano Virgilio, quien mencionó en el Libro I de la epopeya Eneida, que los dioses le habían concedido a Roma imperium sine fine («soberanía sin límite»). Por otra parte, hubo una gran decepción y pesar públicos cuando Augusto decidió que el dominio de Medio Oriente, referente a la región de Partia, no debía invadirse; la gente, en realidad, esperaba que se vengaran las batallas de Marco Licinio Craso en dicha zona con su invasión. 

Muerte y sucesión 
 
Si alguien iba a heredar su posición extraoficial de dominio, esa persona debía ganárselo por méritos que fueran reconocidos por el pueblo romano. Algunos historiadores consideran que los indicios apuntaban al hijo de la hermana de Augusto, Marco Claudio Marcelo, que además se había casado con la hija de Augusto, Julia la Mayor. Otros historiadores, en cambio, cuestionan este punto de vista basándose en el testamento de Augusto, leído en voz alta por el Senado, mientras éste se hallaba gravemente enfermo en 23 a. C., y en el que éste mostraba su preferencia por Marco Agripa, que en ese momento era su segundo al mando y, puede que también el único de sus más allegados que podría haberse hecho cargo de las legiones y mantener el Imperio unido. 

La intención de Augusto de convertir a Cayo y Lucio César en sus herederos resultó evidente cuando los adoptó legalmente como hijos propios. 

5 y 2 a.C. Volvió a ocupar el consulado para así personalmente acomodarlos en sus carreras políticas, resultando ambos nominados para los consulados de 1 y 4 d. C. Augusto mostró también preferencia por sus sobrinos, los hijos de Livia de su primer matrimonio, Druso el Mayor y Tiberio, concediéndoles mandos militares y puestos públicos, y pareciendo favorecer más a Druso. Sin embargo, el matrimonio de Druso con Antonia, sobrina de Augusto, fue una relación que se hallaba tan incrustada en el seno de la familia que llegaría a perturbar las cuestiones sucesorias. 

12 a.C. Tras la muerte de Agripa, Tiberio, fue obligado a divorciarse de su esposa Vipsania para casarse con la viuda de Agripa, e hija de Augusto.

Tiberio compartió los poderes tribunicios de Augusto en 6 a. C., pero poco después anunció su retiro pues, según varias fuentes, no quería asumir su futuro rol en la política, resolviendo en exiliarse a Rodas. Aunque se desconoce una razón específica para su partida, esta pudo deberse a varias razones, incluyendo entre ellas un fallido matrimonio con Julia. Además, pudieran haber tenido mucho que ver los sentimientos de celos y de exclusión que sintió una vez que los nietos, para entonces hijos adoptivos, de Augusto (Cayo y Lucio), se unieron al colegio de sacerdotes a una edad temprana, siendo presentados a la audiencia de una forma más favorable, y siendo presentados al ejército en Galia. Tras las muertes tempranas de Lucio y Cayo en 2 y 4 d. C., respectivamente, así como el fallecimiento repentino de su hermano Druso (en 9 a. C.)

4 d.C. En junio, Tiberio fue convocado a Roma, donde Augusto lo adoptó con la condición de que él, por su parte, adoptara a su sobrino Julio César Germánico. Esto continuó la tradición de ofrecer, como mínimo, con hasta dos generaciones de herederos. Ese año, Tiberio obtuvo también los poderes de tribuno y de procónsul, los emisarios de reinos extranjeros tendrían que mostrarle sus respetos, y para 13 d. C., recibió junto con su segundo triunfo un nivel igual de imperium que el que tenía Augusto. El único posible aspirante a heredero era Póstumo Agripa, que había sido exiliado por Augusto en 7 d. C., sanción que más tarde se volvería perpetua por medio de un decreto senatorial, así que Augusto oficialmente lo desheredó. Califican a Póstumo Agripa como «un joven vulgar, cruel y bruto, y de carácter depravado». No se sabe con certeza, pero Póstumo Agripa pudo haber sido asesinado en su lugar de exilio poco antes o después de que falleciera Augusto.

14 d.C. El 19 de agosto, Augusto murió mientras visitaba el lugar de la muerte de su padre en Nola. Tiberio —que se hallaba presente junto con Livia en el lecho de muerte de Augusto— sería su heredero, según se confirmó a la apertura de su testamento.
Las últimas palabras de Augusto fueron: "La comedia ha terminado. ¡Aplaudid!". No obstante, sus últimas palabras públicas fueron: «Mirad, encontré una Roma hecha de ladrillo, y os la dejo de mármol». 

Aunque existe cierta verdad literal en su afirmación, Dión Casio indica que se trataba de una metáfora sobre la fuerza del Imperio romano. El mármol podía encontrarse en edificios romanos anteriores, pero no fue utilizado de forma tan extensa como material de construcción hasta el reinado de Augusto. Aunque la afirmación no aplicaba a toda Roma o, en especial, al barrio del Subura.

Una gran procesión funeraria de plañideras viajó junto con el cuerpo de Augusto desde Nola hasta Roma, y el día de su entierro cerraron todos los negocios, tanto públicos como privados. El cuerpo de Augusto fue cremado en una pira cerca de su mausoleo; más tarde se proclamó que se había unido con los demás dioses como un miembro más del panteón romano.  

En 410, durante el saqueo de Roma, los Godos asaltaron el mausoleo y dispersaron las cenizas de Augusto.


EL LEGADO DE CÉSAR AUGUSTO

El reinado de Augusto sirvió para cimentar el Imperio romano, un régimen que duraría cientos de años hasta su decadencia y caída. Tanto su nomen adoptivo, César, como su título, Augusto, se convirtieron en títulos ostentados por quienes gobernaron el Imperio romano durante cuatro siglos, tanto en Occidente como en Oriente, y aún en el siglo XV se usaban en Constantinopla. En muchos idiomas césar se convirtió en sinónimo de emperador. Los títulos zar (en ruso, que proviene de Ccésar) y káiser (alemán, Kaiser) son derivados del nombre o título César y continuaron en uso hasta el siglo XX. Poco tiempo después de morir Augusto, el 19 de septiembre de 14, fue divinizado (consecratio) y adorado como un divus. El culto al Divino Augusto continuó hasta que la religión oficial del Imperio romano fue cambiada a la cristiandad por Teodosio I en el siglo IV. Testamento de su legado es el gran número de estatuas y bustos erigidos en su honor, así como también el mausoleo que originalmente contenía las columnas de bronce con las obras de la vida de Augusto llamada Res Gestae Divi Augusti. Muchas copias de ese texto se inscribieron a lo largo del Imperio romano tras su muerte, con traducciones al griego en muchos lugares y en edificios públicos como, por ejemplo, el templo de Ankara

TAMBIÉN ESCRIBIÓ ALGUNOS TEXTOS

Sin embargo, pocas de las obras escritas por Augusto han pervivido. Entre las que sí que han llegado a nuestros días se encuentran los poemas Sicilia, Epifanio y Ajax, una autobiografía de 13 tomos, un tratado filosófico y un texto refutando al Elogio de Catón de Marco Junio Bruto. Los historiadores también han utilizado algunas cartas escritas por Augusto y dirigidas a otras personas para obtener algunos datos adicionales sobre su vida personal. 

Muchos consideran a Augusto el emperador más grande de Roma; sus políticas ciertamente extendieron la vida del Imperio romano e iniciaron la Paz romana también conocida como Pax Augusta. Era inteligente, decisivo, y un político sagaz, pero quizás no tan carismático como Julio César, y en ocasiones tomó decisiones influenciado por su tercera esposa, Livia. Como resultado, Augusto no posee tanto renombre como su antecesor, y a menudo es confundido con el primero. No obstante, su legado demostró perdurar más en el tiempo. Como ejemplo, cabe señalarse que la ciudad de Roma fue transformada completamente bajo el mando de Augusto.

EL EJÉRCITO

Además, habiendo finalizado las guerras civiles en Roma, Augusto pudo también crear un ejército profesional para el Imperio romano, compuesto por unas 28 legiones que suponían unos 170 000 soldados. El ejército estaba apoyado por numerosas unidades de tropas auxiliares de 500 soldados cada una, reclutadas a menudo en zonas conquistadas recientemente. 

COMUNICACIONES

Augusto creó también un sistema oficial de correos, con la creación de una serie de postas gestionadas por el praefectus vehiculorum. Además de una mejora en las comunicaciones de los ciudadanos del Imperio romano, la mejora y ampliación de la red viaria permitió una movilidad sin precedentes del ejército romano a lo largo y ancho del Imperio. 

PAGOS

En el año 29 a. C., Augusto pagó 400 sestercios por persona a un total de 250 000 ciudadanos, 1000 sestercios a cada uno de los 120 000 veteranos de las colonias, y dedicó 700 millones de sestercios a la compra de tierras para que sus veteranos pudieran establecerse. También restauró 82 templos con el fin de mostrar su preocupación por las deidades romanas, y en 28 a. C. ordenó fundir 80 estatuas de plata erigidas a su imagen y en su honor en un intento de aparentar un carácter modesto y frugal. 

TÍTULOS

Todos los emperadores posteriores adoptaron su nombre, César Augusto, que fue perdiendo gradualmente su carácter de nombre propio para convertirse en un título. Poetas contemporáneos como Virgilio u Horacio alabaron a Augusto como defensor de Roma y de la justicia y moral, un individuo que cargaba con el peso de la responsabilidad de mantener el Imperio romano.

CRÍTICAS

Augusto también ha sido objeto de críticas a lo largo de los años por su gobierno sobre Roma y por crear el principado. Por ejemplo, el jurista romano contemporáneo Marco Antistio Labeón, criticó abiertamente el régimen del principado. Tácito (c. 56 - c. 117), por su parte, escribió al comienzo de sus Anales que Augusto había subvertido con astucia la República Romana en un régimen de esclavitud. Continuaba diciendo que, con la muerte de Augusto y el juramento de lealtad a Tiberio, el pueblo romano simplemente intercambió un amo por otro. Sin embargo, Tácito también recoge en su obra dos visiones contradictorias, a la vez que comunes, de Augusto:

El historiador Dión Casio, del siglo III, consideraba a Augusto un gobernante benigno y moderado aunque, al igual que muchos historiadores posteriores a la muerte de Augusto, le consideraba un autócrata

El poeta Marco Anneo Lucano (39-65 d. C.) opinaba que la victoria de César sobre Pompeyo y la caída de Catón el joven (95-46 a. C.) marcaron el final de la libertad en Roma. Sobre el particular, el historiador Chester G. Starr, Jr. escribe que es posible que con ello estuviese expresamente evitando criticar a Augusto de forma directa. 

En épocas más recientes, el escritor Jonathan Swift (1667-1745), en su obra Discourse on the Contests and Dissentions in Athens and Rome, criticó a Augusto por instaurar la tiranía en Roma, y hacía una comparación entre la monarquía constitucional del Reino Unido y la república romana del siglo II a. C. 

El almirante e historiador Thomas Gordon (1658-1741) comparó a Augusto con el tirano puritano Oliver Cromwell (1599-1658) e insistió, al igual que hizo Montesquieu, en que Augusto se comportó como un cobarde en batalla. Augusto también sería tildado de «gobernante maquiavélico», «usurpador sediendo de sangre», «malvado y despreciable» y «tirano» por el historiador Thomas Blackwell. 

Algunas obras mandadas por Augusto y otras dedicadas a él 

- En Roma: 
  • Foro de Augusto (terminado en 2 a. C.)
  • Templo de Mars Ultor ("Marte Vengador"). 
  • La Curia Iulia en el Foro Romano (reconstrucción de la Curia Hostilia, comenzada por César y terminada por Augusto en 29 a.C.).
  • Ara Pacis: El Altar de la Paz en el Campo de Marte (13-9 a.C.).
  • Horologium Augusti (Reloj de Augusto) en el Campo de Marte.
  • El Mausoleo de Augusto, en el Campo de Marte (comenzado en 29 a.C.).
  • La "Casa de Augusto", su residencia privada en el Palatino.
  • Augusto de Prima Porta, estatua thoracata encontrada en la Villa ad Gallinas Albas, propiedad de su esposa Livia. 
La Casa de Augusto y Livia.

- En Italia: 
  • Arco de Augusto en Rímini (Ariminium), 27 a. C..
  • Arco de Augusto en Aosta (Augusta Praetoria).
  • Puente de Augusto en Narni, Valle del Río Nar.
  • Puerta principal de Fano (Fanum Fortunae), 9-10.
- En provincias:
  • Arco triunfal y Teatro en Orange (Arausio), Francia.


DATO CURIOSO

El mes de agosto (en latín Augustus), conocido hasta ese entonces como sextilis por ser el sexto mes del calendario romano original, recibió su nombre actual en honor a Augusto. Existe una creencia común de que agosto tiene 31 días porque Augusto quería que su mes tuviese la misma longitud que el de Julio César —el mes de julio—, pero se basa en una invención que data del siglo XIII y que se atribuye a Johannes de Sacrobosco. Sextilis, de hecho, tenía ya 31 días antes del cambio de nombre, y no fue elegido por su longitud. Según un senatus consultum citado por Macrobio, sextilis fue renombrado en honor a Augusto debido a que varios de los eventos más significativos en su ascensión al poder, culminando con la caída de Alejandría, tuvieron lugar en ese mes.

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